Voces de La Memoria – Semanario de Los Juicios en Jujuy (4)
Voces de La Memoria – Semanario de Los Juicios en Jujuy (3)
Audiencia Nº 40 del Primer Juicio de lesa humanidad
Se retomaron las audiencias del primer juicio oral y público de lesa humanidad que se viene desarrollando en esta provincia, en la fecha testimoniaron seis testigos de los cuales cinco declararon sobre el requerimiento fiscal, sobre la ampliación de imputación al ex interventor del servicio penitenciario de la Unidad Nº1 de Villa Gorriti Antonio Orlando Vargas por “tormentos”, y el ultimo fue un testigo convocado por la fiscalía.
Se conocieron más detalles sobre las condiciones de detención en Villa Gorriti de ex presos, y lo destacable fue la comparencia de dos ex jueces federales, Néstor Meyer y Carlos Magnus Topp.
Mañana viernes se realizara la última audiencia de la etapa de pruebas con dos testigos, luego el TOF evaluara las pruebas incorporadas a las causas, y en poco tiempo se conocerán los alegatos de las partes. Se estima que en marzo se podría conocer la sentencia de este primer juicio.
Ayer la audiencia comenzó una hora más tarde por problemas de conexión por video conferencia con la Unidad Penal de Ezeiza, donde se encuentra alojado el imputado Antonio Vargas.
El primer testigo que prestó nuevamente declaración fue Juan Bosco Mecchia, que estuvo detenido desde diciembre de 1976 hasta abril de 1978, alojado en el pabellón Nº 3 del Penal de Gorriti. El testigo declaro que estuvieron incomunicados, que lo sacaban de la celda para higienizarse y 15 minutos de recreo en el patio. Resaltó que si bien no fue golpeado recibió amenazas, maltrato y tortura psicológica.
Fue consultado por la defensa sobre la atención médica recibida en el penal y contesto que tenia problemas digestivos y una hernia, y lo llevaron con un médico que solo le dio unas pastillas.
También le preguntaron sobre si hubo un “campeonato de ajedrez” en el penal, y Juan lo negó, y aclaró que los detenidos buscaban distraerse y comunicarse clandestinamente y armaban las piezas de ajedrez y jugaban sin que los vean ya que estaban encerrados casi la mayor parte del día.
En cuanto al ex interventor Vargas, dijo que no lo identificaba; pero sí sabía que era el jefe del Penitenciario.
El fiscal Francisco Snopek, consultó al testigo sobre detenidos golpeados, a lo cual contestó que Horacio Vale fue golpeado y que se comunicaban con los “jarritos de lata” y que una vez en el baño le contó que lo maltrataron y lo golpearon.
En cuanto a las visitas en el penal, dijo que recibió tres, dos de ellas que fueron autorizadas por el obispado y una por el RIM 20.
Por su parte, el fiscal Pablo Pelazzo preguntó al testigo acerca del aislamiento en el penal y las torturas, a lo que contesto que no recordaba muy bien, pero que las historias de torturas las escucho por parte de otros compañeros. Resaltó que cuando estuvo como desaparecido en la Central de policía y en el Penal lo vio a Armando Tilca, Collauti, Álvarez que también le comentaron del maltrato.
En el último tramo de su testimonio Juan Mecchia hizo referencia a la “lata” que les dieron para realizar sus necesidades, que sacaban a la mañana y a la tarde para limpiarlas.
SOLEDAD LOPEZ: “Mi sufrimiento tiene sentido si se hace justicia”
La segunda testigo fue Soledad López quien fue consultada por la defensa sobre las condiciones de detención en Gorriti. Relató que fue trasladada en abril del 75 a Gorriti desde el Buen Pastor, las condiciones eran horribles, dijo, las llevaron en un camión y nos les dijeron a donde las llevaban.
Al llegar al penal de Gorriti las alojaron en el pabellón 4, en celdas individuales, “tenía un colchón sucio, asqueroso, tenia bosta de gallina, chinches, sábanas sucias. No podíamos dormir nos picaban los bichos”.
Las requisas eran a cualquier hora con golpes de cerrojos y resaltó que esos ruidos la traumaron, y revivir su historia le hace mal, y que su sufrimiento tiene sentido “si se hace justicia”, dijo al TOF.
También destacó que las revisaban las celadoras y que no podían tener libros, ni tejidos como en el Buen Pastor. Recordó que Maldonado, el Subdirector del penal había dado la orden de cerrar las ventanas, “Me perturbaba no saber si era de día o de noche”, dijo.
Luego relato que no recibían atención médica, también que era orden de arriba lo de los “tarros” para sus necesidades. Al comienzo en Gorriti no tuvo visitas, ni recreos.
Al ser consultada si conocía a Vargas dijo que no lo vio, pero “vi varios militares en el penal”.
Destaco que en el 76, el régimen era estricto, Bulacios no autorizaba visitas y los que requisaban tenían armas y eran más seguidas.
El fiscal Snopek profundizo sobre el régimen después del Golpe de estado de 1976, la testigo relato que era estricto y que solo unas celadoras tuvieron un gesto de humanidad con las detenidas. Describió que llegaron más detenidas, y las alojaron de a dos en las celdas, aunque ella estuvo sola.
Relato el caso de las detenidas desaparecidas Ranzoni, Scurta y Torres que llegaron al penal muy golpeadas, y no recibieron asistencia médica. También destaco que circulaba el “trapax” por la situación que vivían.
La querellante Paula Álvarez Carreras consulto si había recibido atención médica por otra dolencia y contesto que sufrió mucho y que tenía unas caries en los dientes frontales y el médico se los arrancó sin consultarle previamente. “fue contra mi voluntad me saco los dientes, quizás si me preguntaba me aguantaba el dolor”.
JULIO MOISÉS: “Cuando entraba un jefe de guardia era un hijo de mil puta con todos”
En tercer lugar brindó su testimonio Julio Moisés quien al ser consultado si vió en el penal de Gorriti donde estuvo detenido a Orlando Vargas, contestó que a Vargas lo conocía de antes porque hacía política y después en la cárcel.
“Nosotros no teníamos trato con él (Vargas), si con Singh. Yo estaba en el Pabellón Nº 1 que era el de detenidos peligrosos”, agregó que no fue golpeado en el penal pero que hubieron dos o tres requisas muy violentas en el penal y que cada vez que entraba un jefe de guardia “era un hijo de mil puta con todos”.
Al ser consultado si recibió visitas en el penal respondió que el día del nacimiento de su hijo le permitieron ir a la clínica donde nació a conocerlo pero cuando le dijeron él sintió gran incertidumbre si lo llevaban allí o a otro lado
El fiscal Ad Hoc Pablo Pelazzo consultó a Moisés sobre su situación de incomunicado a lo que respondió: “Nosotros siempre estábamos incomunicados”.
DR NÉSTOR MEYER: “La autoridad militar disponía a su antojo”
Luego declaró el Juez Federal Néstor Meyer quien dijo que fue designado por el gobierno de Estela Martinez de Perón en el año 1974 hasta mediados de mayo de 1976 y que renunció y a la semana siguiente lo dejaron cesante.
Al ser consultado si tuvo a su cargo detenidos a cargo del Poder Ejecutivo contesto enfáticamente “jamás”, el Fiscal Ad Hoc le mencionó nombres de detenidos a lo cual Meyer dijo no conocerlos.
Aclaró que su función en esa época era intervenir en los recursos de Hábeas Corpus a lo cual el Presidente del Tribunal, René Vicente Casas, le preguntó si fue víctima de un atentado, a lo cual respondió que si, que en una oportunidad su casa fue “itaqueada” y rompieron la puerta y una ventana de su vivienda, agregó “tenían el teléfono de mi casa intervenido por la policía federal, esto fue en el 76”
La abogada querellante, Maria Jose Castillo le preguntó a Meyer si recordaba por quienes se interponían los habeas corpus, a lo cual respondió que si el detenido estaba a disposición de la Policía Federal se le pedía informe y si se hacía un dictamen favorable al parecer “les molestaba, por eso el atentado en mi casa, pero nunca emití oficio por detenidos del penal de Gorriti”.
Luego la fiscalía le exhibió a Meyer distintas fojas de expedientes del año 1976 donde reconoció su firma y al ser consultado sobre una foja donde Bulacio dispone de detenidos que eran de la justicia respondió: “la autoridad militar disponía a su antojo”
DR. CARLOS MAGNUS TOPP: “Ningún Habeas Corpus tuvo éxito”
Al Dr. Carlos Magnus Topp se lo recuerda como Juez Federal en la provincia, aunque para el tiempo que se le requirió testimonio en esta audiencia(1976)ocupaba el cargo de Procurador Fiscal, según fue su respuesta a la consulta de la defensa del imputado Orlando Vargas.
El Fiscal AdHoc Pablo Pelazzo le pregunto si había conocido a Juan Noguera y el testigo detallo por ejemplo que había hablado con Noguera en una unidad carcelaria ”Caseros o La Plata no recuerdo bien, traje sus saludos para su madre” que concurría al juzgado para averiguar sobre su hijo.
Respecto a Jones Tamayo (Juan Carlos) dijo que creía haberlo visto en una reunión protocolar y mantenido una charla telefónica. “Supongo que sí, se que por el esposo se habían presentado varios recursos” contesto respecto a si conocía los Habeas Corpus presentados por Olga Aredez. Tampoco aseguro conocer a Soledad López, algún recuerdo manifestó tener de Mario Heriberto López al igual que de Máximo Tell.
En cuanto a la consulta del Fiscal Pelazzo a la supeditación a la autoridad militar, lo negó absolutamente mencionando que se pedía colaboración a la Policía Federal. Y fue terminante al manifestar que “ningún Habeas Corpus tuvo éxito” porque al no precisarse el lugar de detención, el trámite quedaba inconcluso.
La Abogada querellante María José Castillo le pidió las fechas en que ejerció como Juez y si visito en esa calidad la cárcel al fin de conocer la situación de los detenidos. El Dr. Topp dijo haber asumido en la primera quincena de enero de 1977 hasta octubre de 1984 y que visito Gorriti comprobando lo severo del régimen a que eran sometidos los presos políticos: recreos una vez al día, aislados, debían pedir permiso para ir al baño, no podían leer. Ante eso manifestó que se confecciono un Expediente ordenando a las autoridades del penal que se atengan a las leyes “con resultado negativo” Incluso dijo haber comunicado a la Presidencia.
La defensa de Orlando Vargas le pregunto si entre 1976 y 1983 la Justicia tenía competencia para intervenir con los detenidos a disposición del PEN, “no, pero un detenido siempre debe estar bajo la competencia del Juez” contesto finalizando así su testimonio.
JOSE EMILIO IBAÑEZ: “Nos dijo que un proceso de reconstrucción”
José E. Ibáñez fue agente penitenciario entre 1965 y 1990. Dijo que al presentarse a trabajar después del golpe de Estado, los recibió el Tte. Vargas, los hizo formar en el patio y les dijo que “había un proceso de reconstrucción, que sigamos con nuestro trabajo que con nosotros no había nada” Cuenta que el estaba en el Pabellón 5 con los presos comunes y que escuchaba que había gente en el Pabellón 1 y en el 3 que estaban a disposición del PEN. Dijo no haber visto nunca a Braga (Mariano) ni a Bulgheroni (Eduardo). “Al Mayor Arenas lo vi una sola vez cuando me trasladaron a la Granja”
El Fiscal Ad Hoc Pablo Pelazzo le consulto respecto a haber visto traslados masivos y respondió que no vio pero” si escuche que llegaron camiones del Ejército y cargaron presos” preciso que fue después de las 16.00 horas.
Por su parte el Dr. Juan Manuel Sivila (querellante) le pidió que contara que les explico Orlando Vargas cuando se hizo cargo, “que estaba como interventor del Penal, no recuerdo otra cosa”
Finalizado este testimonio, la Dra. María José Castillo aporto el Reglamento Secreto del Ejercito RC9, proporcionado por la doctora Mirta Mantaraz.
El Dr. Ricardo Vitellini, defensor de Mariano Braga, pidió que se instruya a los peritos trabajar con la documentación existente y que se presenten a testimoniar el médico cirujano Ginesin, el Mayor Chávez detenido en Tucumán, el General Carlos Alberto Martínez, el Cnel. Alaiz, Rafael Videla y los dos subdirectores de Gendarmería Nacional relacionados a la investigación de Julio Rolando Álvarez García.
Por: Mariana Mamaní, Silvia Martínez, Georgina Torino para el Equipo de Comunicación y Apoyo a los Juicios por delitos de lesa humanidad en Jujuy
22va. JORNADA
Testimonios de la defensa por videoconferencias y en la sala, y el acompañamiento del diputado nacional Remo Carlotto
Con tres testimonios se desarrolló en la mañana del viernes 28 de septiembre la vigésimo segunda audiencia del 1er juicio por delitos de lesa humanidad en Jujuy. Dos de los testimonios de la defensa se realizaron a través del sistema de videoconferencia, uno desde el Tribunal Oral de Mendoza y el otro desde la Cámara de Apelaciones de Córdoba. El tercero tuvo la presencia en la Sala de una víctima más del numeroso grupo de detenidos en Calilegua. Acompaño también el Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación, Remo Carlotto.
ALBERTO ENRIQUE CAMERUCCI: “en agosto estuve de licencia”
Alberto Enrique Camerucci, testigo presentado por la defensa, prestó su declaración desde el TOF de Mendoza, dijo conocer a los imputados José Eduardo Bulgheroni y Mariano Braga, en tanto “no creo conocer a Vargas (Antonio Orlando)”. Militar de carrera, pertenecía al Cuerpo Profesional de Intendencia. Compartieron destino con Mariano Braga en Córdoba en el Grupo de Artillería 141 durante 1974 y 1975. Lo recuerda como un “hombre de estatura mediana, flaco, desgarbado para caminar como secuela de un accidente” Ante la consulta del abogado defensor sobre si lo vio en 1976, responde que no lo recuerda y que en agosto de ese año estaba de licencia.
En su primera declaración, al iniciarse este Juicio, Mariano Braga defendió fuertemente su ausencia en la provincia de Jujuy en el mes de agosto de 1976, buscando coincidir las fechas con el secuestro de Julio Álvarez García. Uno de los argumentos fue precisamente que en Córdoba se detuvo a comprar un repuesto para su automóvil.
RAUL GUILLERMO TEJERINA: “No sé si se asentaba todo lo que se debía”
Este testigo también presentado por la defensa, también coincide en manifestar que conoce a los imputados Mariano Braga y Eduardo Bulgheroni, no así a Antonio Vargas. Relata que al incorporarse como cadete al Colegio Militar de la Nación, Mariano Braga ya cursaba 2° año, luego compartieron destino en el GAM5 aquí en Jujuy en 1976 y en 2002/3 en el Cuartel de Palermo. Lo identifica por “su físico delgado, no se caracterizaba por actividad física”. En relación a si Mariano Braga participaba en los desfiles supone que “si el desfile era motorizado podría ser”. De su participación asegura no haber estado en el desfile de 1976, en cambio guarda fotos de los años anteriores, por ejemplo “del ’74 tengo una foto con la mascota del Regimiento que era un guanaco. Los años subsiguientes la Unidad estaba de operaciones en Tucumán”. También relata que las autoridades de quien dependían, 5ta Brigada de Infantería cuyo jefe era Domingo Bussi, realizaban visitas y mantenían reuniones en la Jefatura de la Guarnición (RIM20), de las que no recuerda si Braga participaba. Tampoco recuerda quien era el Oficial de Claves en el GAM5. Desde la Fiscalía le realizaron consultas referentes a los asientos en los Legajos. “La norma establece asentar todo menos la actividad diaria, pero no se si se registraba todo los que debía hacerse. Los efectivos éramos informados por ejemplo a que área estábamos afectados pero no incluía la misión que se nos asignaba”. Aunque un poco más adelante dice”consta en el Legajo la salida y la comisión también debería ser registrada”. Respecto a la ropa de uniforme dijo que por “razones de seguridad el GAM5 se distinguía por el uso de una campera de montaña (lana) color marrón y el casco ya que “cualquier elemento extraño que ingresara al cuartel podía conseguir el uniforme tradicional y necesitábamos proteger el armamento”
LUIS VICTOR ESCALANTE: “De miedo firmábamos los papeles en blanco”
Otra de las víctimas del grupo de Calilegua, Luis Víctor Escalante, recuerda que una noche de julio de 1976, a eso de las 2 o 3 de la madrugada, la policía de la Provincia lo saca de su casa” a la Comisaria del pueblo donde me toman los datos personales, luego a Gendarmería Nacional en Ledesma y después destino incierto. Supe por versiones que era Guerrero”. Ahí tenían interrogatorios constantes con torturas, día por medio les daban agua y todo el tiempo permanecieron vendados “Todo era maltrato, después de la tortura nos hacían firmar papeles en blanco que por supuesto de miedo firmábamos”. Cuenta que después de un tiempo los trasladaron a la Central de Policía donde “nos blanquearon, a Brandan (Carlos), Romero y Casiano Bache, de ahí nos llevan al Penal de Gorriti, al Pabellón 14” Y sus recuerdos sobre maltrato se renuevan “nunca tuvimos atención medica, un preso común Ramírez que hacia la limpieza se compadecía de nosotros y nos llevaba aspirinas”. Puede recordar también que” Vargas o Narváez estaban a cargo del Penal”. Luis V Escalante también formo parte de los trasladados hasta La Plata, a la Unidad Carcelaria 9, del viaje se acuerda que “en un avión celesta y blanco se llevaron las mujeres, nosotros los varones íbamos como prisioneros de guerra. La recepción en La Plata fue la famosa calle de la amargura” Después de un tiempo sucede la visita de Amnesty International, le ofrecen el exilio y logran su pasaporte. Cuenta que” el rostro de Bulgheroni no lo olvido nunca, en Coordinación General, después que había decidido acogerme al exilio, se presenta este señor y me dice si no tengo causa por qué me quiero ir, y yo le contesto que me dejen libre para estar preso prefiero irme”. Finalmente, el 9 de julio de 1978 le dan la libertad.
Recuerda a Bulgheroni como uno de los torturadores en Guerrero y también como uno de los oficiales que los trasladaron desde el Penal de Gorriti al aeropuerto. Lo más trágico en este relato es comprobar pór los dichos de la victima testigo y por lo manifestado por uno de sus victimarios que nunca tuvo acusación.
Dos Decretos del PEN, 1785/74 y 1905/78 quedaron incorporados en la causa a pedido de la defensa del imputado Braga. Quedo acordado que el Dr. Hernán Vidal, pedido por la misma defensa, se incorpore en la Cámara de Casación y se le rechazo por improcedente, su pedido de incorporación de copias de declaraciones previas de uno de los testigos victimas.
Respetando la determinación del TOF, la semana siguiente habrá receso y las audiencias se reanudan el próximo jueves 11 de octubre.
Silvia Martínez, para el
Equipo de Comunicación de apoyo a los Juicios por delitos de lesa humanidad en Jujuy
21va. JORNADA
BRAGA AMPLIÓ SU DECLARACIÓN Y LOS TESTIGOS APORTARON DATOS Y NOMBRES DE OTROS DETENIDOS EN EL HOGAR BUEN PASTOR, RIM 20 Y EL PENAL DE GORRITI
En la audiencia 21 de los juicios por delitos de lesa humanidad declararon tres testigos que aportaron datos sobre las detenciones de Aredes, Aragón, y los hermanos Córdoba. Asimismo, durante esta audiencia amplió su declaración el imputado Mariano Rafael Braga quien aportó nuevos datos sobre la estructura represiva en Jujuy, Salta y Tucumán y sobre la desaparición de Julio Rolando Álvarez García.
BRAGA: “Yo era un simple Teniente recién ascendido”. Braga comenzó diciendo que ningún General, Coronel, Capitán tuvo la valentía de aclarar como era la organización del Ejército y que él en una carta que le envió a Benjamín Menéndez señala que éste evade su responsabilidad y carga con las responsabilidades a los subalternos, violando el código militar.
Continuó su relato explicando que en la cadena de mandos entre él y Menéndez habían diez instancias, y luego extensa y detalladamente describió la organicidad del Ejército, donde aportó que el Cuerpo 3 del Ejército operaba en 9 provincias. Agregó que: “El caso Álvarez García está relacionado con Tucumán, no con Jujuy, y el Área 321 de Tucumán estaba al mando de Bussi”.
Luego nombró las fuerzas que integraban el Area 323 en Jujuy: RIM 20, Altos Hornos Zapla, Policía Federal, Policía Provincial, Servicio Penitenciario, Escuadrón 21 de La Quiaca, y que en 1976 el área fue reforzada con oficiales de inteligencia y del SIFE (Sistema de Inteligencia de la Fuerza del Ejército) y el Batallón 601 con personal militar y civil especializado denominado PCI (Personal Civil de Inteligencia).
“Existía una comunidad de inteligencia integrada por oficiales superiores, Bulacio, Marques, Aldao, Arena y Morales, ellos tomaban las decisiones sobre las detenciones de personas, no un teniente, ni un capitán. Nadie toma decisiones en el Ejército sin conocimiento del escalón superior”, continuó el imputado.
Manifestó que “se menciona a un oficial de inteligencia como si fuera una mala palabra, ser oficial de inteligencia no es matar, no es salir a secuestrar, y no es cualquier persona, es alguien que debe conocer la zona, tener manejo de información, reunirla y analizarla, eso lo hacía Hugo Tabbia”.
Después Braga mencionó que dentro de la especialización de los oficiales de inteligencia se encontraban los interrogadores y aportó en la audiencia un documento secreto de los lugares donde se encontraban los interrogadores. Yo era un teniente recién ascendido, no de inteligencia, ni interrogador, ni nada parecido”.
“Todos querían la cabeza de Álvarez García para llevársela a Bussi”. Braga recordó que se enteró que lo acusaban del secuestro de Julio Rolando Álvarez García por un artículo de Página 12 del año 1999, y dijo que ese año Inés Peña comenzó una campaña contra él que le hizo mucho daño y que desde ese momento empezó a investigar contactándose con militares, integrantes de la organización Montoneros y legisladores.
Luego dijo que el vehículo R6 que distintos testigos vieron en el secuestro de Pampero Álvarez García era de Jones Tamayo. Además “no fue un secuestro ilegal sino un operativo legal porque Álvarez García tenía antecedentes en Tucumán y no lo hizo ningún miembro del Área 323 sino el comando de la sub-zona a cargo de Bulacio y luego que lo detienen lo llevan a Tucumán”.
Continuó diciendo que se reunió con Bussi para preguntarle por el caso Álvarez García y que éste se sorprendió por la pregunta “y asumió su responsabilidad por el secuestro de Álvarez García quien, según contó, le dijo: ud me viene a preguntar por quién hizo el acto más grande de terrorismo, la voladura de un avión Hércules en 1975, entonces lo mandé detener”.
Recordó que si colaboraba con Bulacios para la atención a los familiares de detenidos “Álvarez García no estuvo detenido en Jujuy, porque lo llevaron directamente a Tucumán”.
“Me encontraron libritos y me pusieron el rótulo de subversivo”. “El mayor Arenas me encontró libritos y me dijo que era subversivo, los libros trataban sobre la temática social latinoamericana y él pensó que eran subversivos, pero después me los devolvieron”
SERGIO BELLIDO: Subdirector del Servicio Penitenciario desde 1962 hasta 1976, cuando lo detienen
“Estuve detenido en 1976 durante 6 u 8 meses, no solo a mi sino a diputados y funcionarios del gobierno, nos tiraron en un camión de la basura y nos llevaron al penal de Gorriti donde nos esperaban Vargas y Maldonado”, comenzó su relato.
El testigo dijo que cuando lo liberaron del penal lo detenían a cada momento, “era un cautivo, me hicieron caminar por todas las comisarías de Jujuy por causas que luego las hacían desaparecer”.
“En el 83 me hacen planta permanente del Servicio Penitenciario, en el 87 me pasan a retiro. Vargas era responsable del penal. Braga y Bulgheroni dos veces vinieron al penal”, agregó.
Recordó que antes de 1976 los detenidos políticos estaban en el Pabellón 4 y en el 1 estuvo él, y que después del 24 de marzo algunos los liberaron, “a mi me detuvieron sin orden de detención y nos llevaron al RIM 20 donde nos pusieron contra una pared de piedra con los ojos vendados y las manos esposadas y nos hicieron simulacro de fusilamiento”.
En el penal dijo que los gendarmes paseaban por los pasillos haciendo ostentación con armas.
EL SECUESTRO DE GERMÁN CÓRDOBA: UN RELATO QUE RATIFICA LA CENTRALIDAD DE LEDESMA EN LA HISTORIA DE LA REPRESIÓN
Delfina Córdoba es hermana de los detenidos desaparecidos Leandro y Germán Córdoba. En la Audiencia Nº 21 del juicio narró los padecimientos soportados por esas pérdidas y la incertidumbre y el maltrato que sufrieron durante el proceso de búsqueda de sus hermanos, así como el tormento que significó la impunidad. “Que alguna vez nos entreguen los huesos de mis hermanos para darles sepultura. Hace 36 años que llevamos el luto y el dolor en nuestras almas” describió.
La testigo señaló que su hermano Leandro fue secuestrado en la ciudad de Tucumán el 10 de junio de 1976. El hecho les fue comunicado a la familia que vivía en Calilegua, por una amiga. Entonces el padre y una hermana de Delfina se dirigieron a Tucumán. Allí se alojaron en la casa que compartía Leandro. Esa noche fueron asaltados por efectivos militares, el padre fue maltratado y la hermana sometida a múltiples tormentos. En este juicio también se aguarda su testimonio.
Germán Córdoba, por otra parte, fue detenido el 27 de julio de 1976. Ese día, a las 3:45, se presentaron efectivos en su casa de Calilegua y le indicaron que debía notificarse en la Comisaría de esa localidad. Al advertir que no regresaba, su hermana Delfina fue a la dependencia policial donde un agente de apellido Flores le informó que su hermano estaba incomunicado y que regresara a las 16:00. Volvió entonces y vió un celular de la Policía del Ingenio Ledesma. Un oficial de apellido Ríos que conducía el movil, le dijo “no me guarde rencor, su hermano está incomunicado”. En la Comisaría se encontraban también el Jefe, de la unidad, Comisario Herrera, los policías Flores, Verón y Cachambi. De allí, Germán fue llevado a la Comisaría del Ingenio y posteriormente a la Central de Policía de la capital jujeña.
Germán había sido amigo de la hija del Comisario Herrera, por eso Delfina le pregunto si también iba a ser detenida ella. Al poco tiempo la hija de Herrera partió de Calilegua y estuvo varios meses ausente.
Narro Delfina que sus padres mantuvieron un encuentro con el Cnel. Carlos Néstor Bulacio, quien les dijo que nada sabía de Germán y que por Leandro preguntaran en Tucumán. Del encuentro participaron también Braga y Bulgheroni.
“LA MALA EDUCACION”
Pero además se reunieron con el Obispo Migruel Medina, quien los cuestionó diciéndoles que lo ocurrido con sus hijos era producto de “la mala educación que habían recibido de los padres”. Mientras esto ocurría detrás de unas cortinas, unos policías grababan la conversación.
Más tarde recibiría de Bulacio la confirmación de que Germán estaba detenido en la Policía, no así Leandro. Le pidieron que le llevara ropa, cuando regresó no la quisieron recibir. Delfina esperó en la plaza Belgrano hasta que un agente le permitIÓ entrar y tras un incidente que se produce en la sede policial a raíz de su ingreso, quedó detenida por tres horas.
La testigo relató que una vez, estando con la madre de Domingo Reales, vió en la Central de Policía a un comerciante de Libertador General San Martín, Alberto Castillo, al administrador del Ingenio Ledesma, Mario Paz y al Comisario Herrera. Ninguno quiso recibirlas. “Qué hacían ahí? Sabían lo que estaba pasando” sentenció Delfina.
En este marco, recordó el relato de Mario Paz en el film de Eduardo Aliverti “Sol de noche” donde confiesa que recibía coimas y que lo haría otra vez.
“EL REGALO DE LEDESMA”
Germán Córdoba era empleado administrativo de la empresa en barrio Ledesma y paralelamente realizaba sus estudios secundarios. “Quería estudiar y vivir mejor” dijo la testigo. Posteriormente pasó a desempeñarse en la Farmacia del Hospital de Calilegua que dependía de la empresa. Allí trabajó sólo 27 días hasta que se produjo su secuestro.
La testigo durante su testimonio se refirió a un telegrama que remitió el 21 de agosto la empresa Ledesma a su hermano Germán. En el telegrama lo intimaban a presentarse a trabajar, bajo amenaza de despido por abandono de trabajo. El padre contestó la nota. Una copia de esos documentos fueron aportados por Delfina Córdoba para su incorporación en la causa “Burgos y otros” –conocida como la Noche del Apagón- que instruye el Juzgado Federal Nº 2.
Cuestionó la testigo el hecho de que “algunos se hacen los que no saben” y calificó como “una vergüenza” los delitos y crímenes cometidos durante la dictadura.
“Cuando en mi casa se muere un perro, cavamos un hoyo y lo enterramos. Nosotros, no podemos podido hacerlo” reclamó al Tribunal y señaló el daño inmenso que provocó la represión junto a las grandes empresas. “Es demasiado, peor que los nazis” dijo la testigo y señaló que “ellos saben lo que han hecho”.
Destacó también que su padre fue empleado de la empresa Ledesma y su madre vendía frutas de la empresa. Después de tantos años de trabajo “qué les regaló la empresa? Les quitó a sus hijos”.
“Cuando leo en los diarios o veo en la televisión y escucho que Blaquier no tiene nada que ver con la dictadura, yo me pregunto por qué se llevaron a mi hermano al Ingenio. Es muy clara la complicad de Ledesma con el terrorismo de estado”, afirmó.
Señaló la testigo los múltiples padecimientos a los que fueron sometidos los familiares de los detenidos desaparecidos en estos 36 años. Recordó los maltratos que recibieron en el Regimiento 20, donde una vez el Cnel. Bulacio hizo participar a los familiares de una misa por los caídos por la subversión. En ese contexto, Bulacio los enfrentó con familiares de efectivos caídos en combate y los culpó a los familiares de los desaparecidos por esas muertes.
Señaló que durante muchos años junto a sus padres buscó a sus hermanos, después lo hizo sola cuando ellos ya no pudieron. “He sufrido mucho, ahora tengo 75 años y sigo adelante”.
Reclamó también la testigo que estos años de impunidad permiteron que muchos responsables murieran sin ser obligados a dar cuenta de los hechos, como Bulacio. “Pero está Braga que se burlaba, se reía cuando íbamos al Regimiento”. Precisó la testigo que el interlocutor en los encuentros en el Regimiento 20 era Bulacio, quien estaba siempre acompañado por Braga. “Estamos en la lucha para que nunca más vuelva a suceder esto” dijo Delfina y mirando al tribunal inquirió “tienen que ser castigados” los responsables de los hechos narrados.
SARA CRISTINA MURAD: “UN PLAN SISTEMÁTICO DE DESTRUCCIÓN DE LA PERSONA HUMANA”
Fue detenida en San Pedro en mayo de 1975 por el Comisario Enrique Morales en un operativo del que participaron efectivos con armas largas. La tuvieron presa en esa ciudad durante diez días hasta que fue trasladada por pedido del juez que entendía en una causa que le instruyeron, hasta la Central de Policía de San Salvador de Jujuy. De allí fue llevada al Hogar Buen pastor donde quedó detenida, hasta el 18 de noviembre 1975, fecha en que es trasladada al Penal de Gorriti junto a otras presas. En octubre de 1976, en un avión Hércules Murad y un grupo de presas políticas, es transportada a Buenos Aires y alojada en el penal de Devoto. Allí permanecerá hasta mayo de 1972, cuando es liberada, bajo el condicionamiento de una “libertad vigilada”. Murad había sido sobreseída de la causa que le instruyeron, no obstante tuvo que sufrir una extensa detención.
La testigo narró que en noviembre de 1975 la situación política había cambiado y las Fuerzas Armadas se hicieron cargo de los presos políticos. En ese contexto, se produjo el operativo de traslado del Buen pastor al Penal de Gorriti. En efecto, el 18 de ese mes, un grupo de 10 efectivos militares llegó al Buen Pastor. Las presas políticas fueron sacadas de un comedor donde merendaban y llevadas a una galería y luego fueron obligadas a retirar unos pocos efectos personales. “Fue una situación violenta, de mucho impacto” describió y agregó que mientras esto ocurría el resto de las presas por razones sociales fueron encerradas en un comedor. “Las monjas nos decían que nos quedemos tranquilas y las otras presas lloraban”, relató. Mientras permanecieron en el Buen Pastor, estuvieron alojadas en espacios compartidos, podían recibir visitas y realizar algunas prácticas de lectura. Este régimen cambió radicalmente en el Penal de Gorriti donde las presas fueron arrojadas en celdas individuales, con ventanas tapiadas, en un espacio mínimo sin luz y sólo con un colchón. Allí permanecieron encerradas todo el día, sólo podían ver la luz una hora al día cuando las llevaban a un patio de la penitenciaría. Tampoco les fueron permitidas -en un principio- las visitas, estaban incomunicadas y privadas de la lectura y del dialogo. “A los dos días apareció Singh y nos dijo que se nos había acabado la buena vida y ahora íbamos a saber lo que era estar presas”.
Esa situación de total aislamiento se extendió hasta diciembre de 1975, cuando les sacaron las maderas que cubrían las ventanas de las celdas y pudieron recibir visitas de un familiar.
Las presas estaban –les dijeron- a disposición del PEN y se les nególa posibilidad de efectuar cualquier gestión, incluso no se les permitió efectuar la opción de salir al exilio.
EL DÍA DEL GOLPE: UNA MEMORIA SOBRE MARINA VILTE
Sara Murad narró que el 24 de marzo de 1976, por una radio que pudieron escuchar, las presas se enteraron del Golpe de Estado. Ese día ingresó detenida al penal la mítica dirigente de ADEP, Marina Vilte que había tenido un rol central en la conformación de la CTERA en 1973.
Marina Vilte era Secretaria General del gremio docente y Secretaria Adjunta de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina. Recordó Murad que por esos días se produjeron los secuestros de otros dirigentes de la CTERA como Isauro Arancibia, Eduardo Requena y Alfredo Bravo .
La testigo dio cuenta de la lucha de Marina Vilte en defensa de la educación pública, gratuita y laica. Murad había conocido a Vilte estando detenida en el Buen Pastor, a donde Marina llegaba con sus gesto solidarios que además se traducían en el acompañamiento a las familias de las presas. Indicó Murad que durante su cautiverio en Gorriti no les fue permitido a las presas tener contacto con Marina, quien estuvo allí alrededor de un mes. Más tarde, en diciembre de 1976 Vilte sería nuevamente secuestrada junto a su hermana Selva y desde entonces permanece detenida desaparecida.
No obstante, el aislamiento que les impusieron en Gorriti, Marina se las ingeniaba para comunicar y cantaba coplas, “que nos alegraban y eso enfurecía a la gente del penal”, agregó Murad.
Mencionó al Tte. Orlando Vargas como Jefe de la Penitenciaría y además señaló también la presencia de otras personas que incidían en la vida carcelaria, como los hermanos Ortiz.
Un dato relevante que aportó la testigo fue la situación que vivieron Dominga Alvarez de Scurta, Alicia del Valle Ranzoni y Juana Torres. “Juana estaba muy golpeada y con el cuerpo moreteado, Alicia tenía el oído reventado y estaba también marcada por los golpes, al igual que Dominga”. Las tres tenían la convicción de que “las iban a matar” y pudieron contar que eran sometidas a torturas ejecutadas por Ernesto Jaig.
Scurta, Ranzoni y Torres, estuvieron en el penal alrededor de medio mes y diariamente fuerion llevadas a la Policía donde les practicaban las sesiones de tortura.
Refirió Murad que una mañana del mes de junio, “se llevaron a las tres compañeras”. La celadora, entonces les dijo que “las había llevado Jaig y no volvieron nunca más”. De hecho permanecen detenidas desaparecidas. El cuerpo de Dominga Alvarez Scurta fue encontrado años más tarde en el cementerio de Yala.
También Murad señaló la presencia constante del Ejército en el penal y relató que un día hubo una violenta requisa que fue conducida por Mariano Rafael Braga –uno de los imputados en este juicio- a quien reconoció por su cicatriz en el rostro. “Ese día nos dieron vuelta los colchones, tiraron las cosas que había en la celda, para generarnos más incertidumbre y afirmar su poderío”.
Indicó que un efectivo de apellido Gallo, que pertenecería al Ejército, “nos daba sermones e intentaba hacernos rezar y leer la Biblia” y en este marco recordó también la presencia del cura Labarta que “nos decía que recemos”. Como lo indican otros testimonios de este juicio, además, las acciones represivas se desarrollaron con “la bendición del Obispo Medina” que fue designado luego Obispo Castrense.
Durante su cautiverio en Gorriti, Murad también vió a Mirta Ibañez, Secretaria Gremial de ADEP y a Eublogia Garnica, quien había estado detenida en el centro clandestino de Guerrero donde fue torturada delante de sus dos hijos. Madre e hijos, callaban los dolores de los tormentos, para no aumentar el sufrimiento de las torturas. Eublogia –detalló Murad- tenía su cuerpo llagado y sus muñecas lastimadas por las ataduras.
Sara Murad y otras presas, fueron llevadas un par de veces a la Policía Federal donde las tenían paradas durante varias horas. La segunda vez “el Dr. Agüero” le informó que sería sometida a un juicio donde las fuerzas armadas asumían los roles de actores del proceso y fue luego interrogada sobre su vida política y le dijeron que podía “recuperarse en un régimen de 10 años presa. Volví desorientada, podía salir viva o muerta”.
En octubre de 1976 se produjo el operativo de traslado a la cárcel de Devoto. Murad fue llevada junto a otras presas, entre ellas Dora de Weisz y su pequeña hija Poty, Gladys Artunduaga, Mercedes Salazar, Ana María Pérez, Mirta Ibañez- en un camión y luego conducidas en un avión hasta Buenos Aires, para quedar alojadas en la cárcel de Devoto. En Gorriti, quedaron entonces las presas políticas Hilda Figueroa, Olga Demitrópulos y Soledad López.
“En Devoto la violencia iba creciendo” dijo y señaló además el aislamiento familiar que sufrieron por la distancia. “Había una política de cambio y movimiento permanente, nos iban rotando. Fue un plan sistemático de destrucción como seres humanos” destacó.
Murad es testigo de la muerte de Alicia Paris por falta de atención médica. La detenida padecía asma y le fueron negadas las medidas terapéuticas básicas.
En 1982 finalmente es liberada, pero con una libertad vigilada. “Estuve entonces presa en mi casa. Todos los días tenía que ir a la Comisaría a firmar” y además era constantemente vigilada por un efectivo de civil de apellido Aldana y una mujer de apellido Pinto que la interrogaba.
La liberación de Murad se produjo tras la presentación de habeas corpus. Un Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de apellido Mendoza y su Secretario Andrés D´alessio, tras esas presentaciones, recibieron entonces a un grupo de presas políticas. Allí le dijeron que tenía que quedarse en el país, pero con libertad vigilada.
Sara Murad testimonió en el Juicio a las Juntas en 1985 y luego en el Juicio por la Verdad (habeas data), como ocurrió con otros testigos, fue recordando nuevos datos que aportó al Tribunal en la audiencia de este jueves. Al finalizar su testimonio, dijo una frase que desde hace 36 años resuena en Argentina. “Ojalá que se haga justicia y Nunca Más”.
María Inés Zigarán y Georgina Torino para el
Equipo de Comunicación de Apoyo a los Juicios en Jujuy
20va. JORNADA
LOS TESTIGOS RECONSTRUYERON DETALLES DE SITIOS DE DETENCIÓN Y METODOLOGÍAS REPRESIVAS IMPLEMENTADAS EN JUJUY POR LA DICTADURA
Durante la audiencia Nº 20, concretada el viernes 21 de septiembre, declararon los ex presos políticos Julio Moisés, Mario Martín Nuñez, Ernesto Reynaldo Samman, Soledad López y Luis Ramón Sanabria, así como el ex guardiacárcel Dalmasio Rodríguez. El imputado Rafael Mariano Braga que ha requerido ampliar su declaración ante el tribunal, lo hará recién la semana próxima. Se prevé para las jornadas de jueves y viernes próximos 9 testimoniales. Además el Tribunal dio a conocer este viernes una prórroga de la prisión preventiva correspondiente a Antonio Orlando Vargas, el imputado que sigue las jornadas desde el Hospital de la cárcel de Ezeiza, en tanto José Eduardo Bulgheroni lo hace desde la sala contigua al Tribunal y Braga desde la misma sala de audiencia.
La intensa jornada del viernes estuvo marcada por los relatos de los sobrevivientes que ayudaron a reconstruir las condiciones de detención en diversos sitios como el Hogar Buen Pastor, la Central de Policía, la Policía Federal, el Penal de Villa Gorriti, el centro de Guerrero y unidades penitenciarias de otras provincias a donde fueron trasladados algunos presos. También los relatos ayudaron a profundizar el conocimiento respecto de las formas que adquirió la tortura en Jujuy y se volvió a ratificar que los delitos contra la integridad sexual integraron también la metodología represiva.
JULIO CARLOS MOISES: “Los desaparecidos son un invento de ellos, están muertos”
La primera declaración de este viernes 21 de septiembre, correspondió al actual Intendente de San Pedro, Julio Carlos Moisés, quien afirmó al iniciar su relato que no guarda rencor ni busca venganza pero si espera Justicia. En algunos tramos de su alocución enfrentó al único imputado presente en la sala, Mariano Braga, reclamándoles el accionar de los responsables de la Dictadura y sobre todo “su cobardía cuando hubo que defender verdaderamente a la Patria como en la Guerra de Malvinas”.
Moisés fue uno de los primeros detenidos, el 24 de marzo de 1.976 en su domicilio de San Pedro por personal de Policía de la Provincia. Había sido asesor del Dr. Luis Aredez, durante el breve período en que fue Intendente de Libertador General San Martìn. Recordó a Arédez como “un hombre trabajador, de una tremenda honestidad, es muy raro encontrar personas como él en la política”.
Una vez detenido, Moisés fue llevado a su estudio con las manos atadas a la espalda, encapuchado con un policía de civil apuntándole con un FAL. Le pedían que entregara las armas pero “yo soy abogado de Sindicatos, no tengo armas” explicaba en tanto lo increpaban diciéndole que era un subversivo. “Estaba el Subteniente Allende Posse que me saca el cinto, anillo, una cadena que nunca me devolvieron”, dijo.
Recordó que en el recorrido para llegar hasta el Penal de Gorriti fueron recogiendo nuevos prisioneros. Ya en la cárcel les desataron las manos y les quitaron las capuchas. Fueron alojados en el Pabellón 3 “abajo estaban los compañeros peronistas, nosotros arriba. Yo estaba en la celda 32. Dicen que éramos de máxima peligrosidad». Moisés detalló la distribución de los presos en el Penal, la que se hacía de acuerdo a la orientación ideológica de izquierda o derecha.
En octubre de 1976 se produjo un importante traslado de presos políticos. «En nuestro pabellón quedamos 5 o 6, al resto los llevaron al sur. Ese día lloré” dijo el testigo y señaló que temía que lo llevaran y lo tiraran al Dique Cabra Corral, porque por entonces se rumoreaba que muchos presos tenían ese destino.
El Intendente de San Pedró relató que una noche fue llevado a la Central de Policía a declarar junto con Reynaldo Aragón, Carlos Patrignani, Ramón Calapeña y Jorge Weisz. Allí fue indagado por Ernesto Jaig quien lo acusó de subversivo. “Si existe el infierno ahí debe estar” afirmó Moisés refiriéndose a Jaig. Igualmente recordó que “a todo le decía que sí, porque no sabía cual iba a ser mi destino”. Moisés fue liberado el 23 de diciembre de 1976.
En su exposición, felicitó a los familiares y a las madres por su lucha pero –sentenció- “los desaparecidos es un invento de ellos, están todos muertos”, concluyó contundente esta parte de su relato.
Hizo referencia, entre algunas de las crueldades de los victimarios, a la xenofobia “menos mal que en Jujuy no había detenidos judíos”. En una ocasión tuvo que demostrar ante tres jóvenes oficiales que no estaba circuncidado.
En su extensa declaración aseveró la presencia en la cárcel de detenidos como Calapeña (Ramón), el Dr. Ovando, “Pájaro Loco” Robles (Juan), Colauti, Fidalgo (Andrés) y también según su impresión “la cadena de mando estaba compuesta por Bulacios (Carlos), Jones Tamayo (Juan Carlos) y, que Dios me perdone, Medina (Obispo José Miguel)” y en la cárcel “Vargas (Antonio Orlando) y Maldonado (Eduardo)”. También aseguró que “todas la Fuerzas Armadas estuvieron comprometidas con el golpe” y que “todo estuvo muy bien armado y planificado”.
Expuso su decepción por el Colegio de Abogados “Yo era socio, pero ningún abogado ni Juez hizo nada, ni siquiera fueron a mirar si estábamos vivos”. Y pidió al Tribunal, al final de su relato “Justicia, equidad y responsabilidad para que el pueblo argentino tenga la verdad”.
MARIO NUÑEZ: “QUEDE ESPERANDO QUE MI HERMANO QUEDE LIBRE Y ME LLEVARON DE NUEVO DETENIDO”
El testimonio de Mario Martin Núñez, otra víctima más del terrorismo de Estado, refuerza la falta absoluta de valor por la vida de los demás. Fue apresado por tres policías de la provincia (dos varones y una mujer) por “averiguación de antecedentes” en el domicilio de su padre en Calilegua el 20 de julio de 1.976, la Noche del Apagón. Lo llevaron primero a la Comisaría de Calilegua, de allí a la Comisaría del Ingenio Ledesma y desde ese lugar al Centro Clandestino de Guerrero donde sufrió “torturas de todo tipo: picana, submarino, golpes”. El 22 de julio de 1978 le otorgaron la libertad, pero quedó tres meses más detenido por un error con su apellido materno.
Quince días después de estar en Guerrero, el 7 de agosto de 1976, Nuñez fue trasladado de Guerrero a la Central de Policía, donde vio a su hermano Enrique que estaba lastimado y queu había sido también detenido. En ese momento le conceden la libertad, pero como Nuñez se quedó en el lugar aguardando a su hermano, fue detenido y conducido en un falcon al Penal de Gorriti. Allí estuvo el 7 de octubre de 1976, fecha en que fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata. En su memoria permanecen compañeros de prisión como Horacio Díaz, Enrique Núñez (su hermano), Darío Ceballos, Alfredo Cortez, Raúl Rodríguez, René Rodríguez, Cassiano Bache , Dávila, los hermanos MIguel y Horadcio Garnica, Domingo Reales , pero calcula que en el “camión que nos trasladaron desde la Calilegua éramos 38 o 39”.
El testigo nombró a” Narváez y Aybar “como los que hicieron el traslado hasta el aeropuerto y recordó los agravios contado por cada uno de los tuvieron como destino el penal de La Plata: golpes, humillaciones, robo.
Nuñez brindó precisiones sobre las torturas sufridas durante el traslado aéreo a La Plata y afirmó que “abrían las puertas y largaban gente” y para que no escucharan los hacían cantar.
Una visita de Amnesty Internacional a la Unidad 9 provoca la real libertad de Mario Núñez el 22 de julio de 1.978.
DALMASIO RODRIGUEZ: SIN NOVEDADES
Un ex empleado de la Penitenciaría, Dalmasio Rodríguez también brindó testimonio en la Audiencia Nº 20. Rodríguez ingresó a trabajar al penal en 1969 y estuvo allí prestando servicios hasta 1992 aproximadamente. Su testimonio no aportó datos substanciales.
El testigo señaló que el 24 de marzo de 1976 hubo un cambio de autoridades en el penal que fue conducido desde ese momento por el Regimiento 20. En ese contexto asumió como Director, el Tte. Antonio Orlando Vargas, imputado en este juicio.
Rodríguez, explicó la organización de los Pabellones y la rutina carcelaria. Al ser consultado afirmó que en esas dependencias junto a Vargas estaban habitualmente Braga y Bulgheroni y agregó que había movimiento de presos, a algunos los llevaban, volvía algunos, otros no. Indicó el testigo que su superior directo era Cándido Arjona.
ERNESTO SAMMAN,SECUESTRADO PRIMERO EN EL INGENIO LEDESMA Y SOBREVIVIENTE DE GUERRERO: “A PARTIR DE AHORA SOS EL NUMERO 56”
Ernesto Reynaldo Samman fue detenido dos veces, el 24 de marzo de 1976 y el 21 de julio de ese año, un día después de la fatídica Noche del Apagón. El relato de Samman sobre sus detenciones –como ocurrió con otros testigos- vinculan a la empresa Ledesma con la represión. De hecho esto está siendo investigado en causas que se encuentran en etapa de instrucción.
La primer detención del testigo se produjo el 24 de marzo de 1976 en la Portería del Ingenio Ledesma donde se desempeñaba como empleado de primera categoría en el Departamento Administrativo. Ese día, al llegar a su lugar de trabajo, su Jefe le comunicó que el Area de Personal necesitaba hablar con él. Pidió entonces, un pase para salir de la fábrica que le fue denegado. “Vaya así nomás, no va a haber problemas” le dijeron. Por entonces, el clima ya estaba enrarecido, se habían producido detenciones de dirigentes del sector azucarero. De hecho desde el 74 en Jujuy se suceden los secuestros.
Samman al recorrer la distancia que mediaba entre su lugar de trabajo y la Portería, unos 500 metros aproximadamente, fue advertido por un trabajador sobre la presencia de dos personas extrañas. Al llegar a la Portería se encontró con el portero y dos personas con ambos que le preguntaron si él era Samman. “¿Sos de los subersivos?” . Lo sacaron violentamente de la fábrica y lo subieron a un Chevy.
Primero, lo condujeron hacia su casa donde los efectivos efectuaron un allanamiento y robaron objetos de valor, joyas, medallas; lo mismo hicieron después en la casa de su suegra y de su madre. Al mediodía lo llevaron a la Comisaría de San Pedro y de allí a la Central de Policía en Jujuy donde estaban ya detenidos Raúl Bartoletti, su pareja, los hermanos Oscar y Luis Alfaro y Lito Juárez, entre otros. Todos habían estudiado en Tucumán y trabajan entonces en Ledesma.
En la Central recordó la presencia del Cro. Ernesto Jaig, el Cro. Damián Vilte y el oficial César Vázquez y afirmó que en ese lugar se hacían requisas y se escuchaban voces. En ese contexto supo que Jaig pedía torturar personalmente a las mujeres detenidas.
Samman fue interrogado por el Capitán Jones Tamayo acerca de su actividad como estudiante en Tucumán y sobre su filiación política. Samman recordó que lo incriminaron por la tenencia de “un libro: “La revolución de las armas” de historias de cowboy y un casette de Mau Mau”, que pensaban aludía a Mao Tse Tung.
Tras el interrogatorio fue llevado a una ducha donde lo torturaron. Finalmente después de esto, alrededor de las 23:00, lo liberaron y le dieron una constancia, que -al día siguiente cuando se presentó en la fábrica- intentó entregar para justificar lo sucedido. Ese día ingresó por error a una oficina de la empresa donde observó con estupor que se encontraban las mismas personas que lo habían secuestrado el día anterior. Dialogaban con el entonces Jefe de Relaciones Humanas, que se sorprendió al verlo ingresar.
La segunda detención de Sammán se produjo el 21 de julio, inmediatamente después de la Noche del Apagón. En efecto, precisó Samman el 20 de julio en la noche se produjeron varios apagones y un clima de terror se enseñoreó del pueblo cuando se desató un operativo masivo de secuestros y detenciones.
Sammán el 20de julio había dormido en la casa de su madre porque era su cumpleaños. Lo habían buscado esa noche por su casa domicilio. Por eso, en la mañana siguiente se presentó a la Seccional 11, donde le informaron que el allanamiento había dado negativo y le requirieron que se presentara en la Seccional 24 del Ingenio Ledesma. Fue allí y pidió hablar con el Comisario José Lescano, quien entonces le anunció que a partir de ese momento estaba a disposición de las autoridades militares.
Un agente le comentó al testigo que esa noche se habían producido varias detenciones En un celular fue llevado a la Central de Policía donde permaneció atado y vendado. Sin embargo pudo reconocer algunas presencias. El día posterior a su llegada –narró. escuchó un diálogo, uno dijo “Este es el Capitán…” y otro le respondió “No, es el Tte. Braga o Fraga”. Samman dijo que creyó haber visto a Braga en el momento en que era sacado de la Policía y subido a un patrullero que lo conduciría por Avda. Córdoba, Ciudad de Nieva hasta ingresar a la Ruta 9. Finalmente, el móvil que lo trasladaba llegó a destino, se trataba supo más adelante del Centro Clandestino de Guerrero. Al llegar ahí escuchó gritos y le ordenan que olvidara su nombre. “A partir de ahora sos el Nº 56, ya no tenés identidad”. Lo arrojaron en una habitación contra el piso sobre otros cuerpos. Por las voces adviertió que había gente de Ledesma, de Calilegua, El Talar y otra traída de Tucumán. En ese lugar, los presos recibieron torturas colectivas. “De noche violaban a las mujeres, escuché a las chicas llorar desesperadas y el grito de satisfacción de los violadores”. También señaló que, al descubrir los efectivos que uno de los detenidos era homosexual, se le burlaron, se rieron y lo violaron.
13 DIAS EN EL INFIERNO
Samman permaneció 13 días en Guerrero. Una noche, a Sammán y otros presos, les hicieron un simulacro de fusilamiento, los pusieron contra un paredón. “Apunten, fuego”, escuchó y las balas chocaron contra el paredón, mientras algunas personas que caían al suelo. Ese simulacro se repitió una vez más.
Relató Samman la saña de los torturadores que no dudaron en cometer las vejaciones más inimaginables. En Guerrero reconoció las voces de Ernesto Jaig y Damián Vilte. También la del Obispo Medina. “Todos los principios religiosos se me fueron al diablo” dijo y señaló que en una oportunidad se dirigió al cura diciéndole “Señor le reconozco la voz”. El Obispo le dijo “¿qué querés decir?”. Samman respondió que quería declarar para esclarecer la situación.
Posteriormente fue interrogado en forma individual. “Todos dicen que sos subversivo” le dijeron entonces, el testigo negó ese cargo y recibió el impacto de una patada en los dientes”. Le pedían que hable y Sammán no lo hacía. Llevaron entonces a un detenido y le preguntaron si conocía a Samman, el preso respondió “es del ERP, de prensa y propaganda, repartía revistas en Tucumán”. Fue entonces Sammán sometido a otra sesión de tortura, submarinos, golpes en la cabeza y en los oídos, inclusive le dieron ·un chispazo en sus zonas íntimas y patadas.
Trajeron a otro preso más y se repitió la misma escena. Luego llevaron a un detenido que había sido compañero del secundario y a pesar de que este dijo “no andaba en nada, era un buen deportista”, nuevamente fue sometido a torturas y perdió el conocimiento. Más tarde se despertó al recibir un chorro de agua y le hicieron firmar una declaración. Posteriormente, de nuevo fue arrojado sobre otros cuerpos.
Una noche uno de los detenidos en Guerrero se destabicó –recordó el testigo- y reconoció el lugar: “Conozco esta casa acá me trajo Mario Paz” dijo el detenido, entonces los guardias se abalanzaron sobre él, lo sacaron y se escuchó después una ráfaga de tiros. Ese preso no regresó más.
Después de 13 días de haber vivido en ese infierno, el testigo y otros presos fueron llevados en un celular a la Central de Policía, donde les sacaron fotos y los ficharon. De allí, fueron trasladado al Penal de Gorriti, donde su situación quedó un poco más legalizada.
EL OBISPO MEDINA: UN SERMON DONDE PEDIA DELACION
En la penitenciaría de Gorriti, Eduardo Sammán vió al “Padre Labarta” que les decía “tranquilos, ya va a sar” y les anunció que el Obispo Medina oficiaría una misa. Así fue, a fines de agosto Medina ofició una misa y durante el sermón les preguntó “¿ustedes saben por qué están aquí?” y respondió él mismo: “Porque no han hablado”. Medina se ofreció entonces para recibir confesiones y delaciones, “para que cuenten la verdad”.
Samman sabía que Vargas era el Director del Penal donde vió entre otros a Jorge Weisz que paseaba a su hija “Libertad” nacida en cautiverio, también vió a Carlos Patrignani, los hermanos Díaz y a Carlos Tilca.
“SE ABRIÓ UNA ESCOTILLA Y DIJERON AHÍ VA UNO”
El 7 de octubre de 1976, Eduardo Samman y un grupo de presos, fueron traslados en vehículos militares hacia el Aeropuerto El Cadillal. Allí los detenidos varones fueron subidos a un avión Hércules, sentados en el piso y esposados, con cabeza gacha. A las mujeres las aguardaba una avioneta que las llevaría a Villa Devoto.
Relató Samman el horror vivido durante ese viaje. “Nos golpeaban y nos hacían cantar fuerte canciones patrias como la Marcha a San Lorenzo”. Entonces escuchó que “se abrió una escotilla y dijeron “ahí va uno”. Algunos testimonios recogidos en este juicio revelan que en ese vuelo, algunos presos habrían sido arrojados al vacío, desde el Hércules.
Detalló después el testigo el brutal recibimiento en la Unidad Penal 9 de La Plata, a donde llegaron 78 detenidos. Fueron alojados en un Pabellón donde les hacían requisas cada 2 o 3 días. Allí estuvieron dos semanas en observación hasta que los pasaron a otro pabellón, donde tenían un régimen de visita. Sammán recibió a su familia en Año Nuevo.
Recordó las humillaciones y el maltrato psicológico que recibían en La Plata, donde estuvo hasta que en junio, en un avión de LADE, fue llevado a la Penitenciaría Nº 1 de Córdoba. Eran, recordó, “18 varones, entre ellos un judío Isaac Rumic y 3 mujeres traídas de Devoto”·. Los amenazan que si les pasaba algo a Videla que estaba efectuando un raid por el norte argentino, iban a perecer los 21.
A fines de septiembre fue trasladado a Sierra Chica donde estuvo hasta principios de abril cuando fue liberado. “La salida fue terrible también” dijo, afuera del penal aguardaban familiares que clamaban noticias por los suyos y que solidariamente lo ayudaron a llegar a Córdoba primero, y finalmente a Libertador, sin DNI, solo con el papel de su libertad.
“ Volver a mi pueblo fue terrible, la consigna era que no teníamos que regresar”. Pero además, recordó la indiferencia de la gente que “se cruzaba de calle para no saludar”.
“Todas las víctimas detenidas y desaparecidas somos y seguiremos siendo inocentes, porque jamás fuimos juzgados” sentenció Samman en medio de su declaración.
Una semana después de su regreso a Libertador, fue citado al Regimiento 20, donde fue recibido por Bulgheroni y Ortiz. Le entregaron entonces una constancia firmada por Bernal Soto, jefe del Regimiento 20 y en ese mismo encuentro lo invitaron a “colaborar”. Le dijeron: “cuando vayás a una confitería y te encontrés con gente, anotá los datos y llamanos”.
Samman después de detallar los horrores vividos personalmente durante su cautiverio, señaló también los padecimientos a los que fueron sometidos los familiares por Bulacios, entre otros. Recordó que una vez a su esposa después de arengarla, la amenazó con que harían desaparecer a su hijo, “Dijo que lo tenían que matar para matar de raíz la subversión”.
A los dos meses lo llamaron para trabajar en la fábrica de alcohol de Ledesma, entró como obrero, después de haber sido empleado de primera categoría. En el 79 lo pasaron a la fábrica de papel. Renunció en 1978 y se dedicó a la docencia, actividad a la que se dedica actualmente.
Sammán narró también el camino en búsqueda de justicia, desde su declaración en la Comisión Investigadora de la Legislatura de Jujuy en 1984 y los vaivenes provocados por las leyes de amnistía, olvido, perdón e indultos. “Ledesma está cooptada por delatores” sentenció y señaló la crueldad que supuso la impunidad que los cruzó en la vida cotidiana con sus captores.
También Samman se refirió a la historia cíclica, cada vez que el sindicato de trabajadores del azúcar se fortaleció y llevó adelante demandas, sus dirigentes fueron perseguidos. En los 50 –durante el surgimiento del peronismo- y en la década de los 70, se registraron dos momentos importantes de crecimiento sindical en Ledesma que fueron seguidos de represión.
SOLEDAD LÓPEZ: «CONFÍO EN QUE SE VA A HACER JUSTICIA»
Soledad López a principio de los 70 se había integrado a la Unión de Estudiantes Secundarios vinculada a la JP, brindando asistencia en los barrios pobres a jóvenes y niños. “Militaba en los barrios, dando clases de apoyo en El Chingo, organizábamos los festejos del día del niño. Eso era lo grave que habíamos hecho”.
Al comenzar su testimonio, en el Día del Estudiante, López dedicó sus memorias a los jóvenes que hoy luchan y a su compañero hoy detenido desaparecido Víctor Orlando Farfán. Agradeció a Néstor Kirchner “porque cuando bajó el cuadro de Videla nos dio esperanzas a todos nosotros para que llegue la justicia que es un bálsamo para todas las heridas”.
En 1974 después de la detención de Jorge Weisz y otros dirigentes, la Juventud Peronista realizó una pintada exigiendo su libertad. Después de ese episodio se produjeron detenciones, entre ellas la de María de los Angeles Cabana, “Pichona” y Carlos Tilca.
Soledad López conocía la situación, entonces fue a la casa de “Pichona” Cabana para avisar que la habían detenido. Salió la madre, la tía y el esposo, el Cro. Rioja. López fue agredida, la acusaron de haber sido la responsable de lo sucedido con Pichona. “La tía de Pichona me dijo “vos sos la que organizaste y la llevaste” y la amenazó: “ahora vas a ir presa vos también”. Ahí comenzó su calvario. Era el 9 de noviembre de 1974. Soledad tenía entonces 19 años.
Ese día fue apresada en la parada del colectivo por dos personas de trajes que la golpearon y la obligaron a subir a un auto. Fue conducida a la Policía de la Provincia. Allí e, Cro. Rioja –tío de Pichona- le dijo “quién te mandó a secuestrar al hijo de Pichona?”, trató de explicarle el equívoco y recibió una bofetada. Una mujer la requisó, después algunos agentes le advirtieron “hablá porque sino te van a llevar a la Federal y te van a hacer re cagar”.
De la Central de Policía fue llevada a la Federal, donde fue acusada de haber estado pintando paredes. “Me golpearon en la cabeza como si fuera un hombre” dijo e identificó al agresor como Rodríguez Mendoza. Quedó sin capacidad de coordinación después de los golpes, entonces la llevaron a una pieza sola. Estando allí Rodríguez Mendoza la increpa: “decí que hiciste” y como no le contestó, la amenazó. “Yo te voy a ayudar a recordar” dijo y se sacó el cinto del pantalón. “Pensé que me iba a pegar, pero no era para eso” dijo y señaló que Mendoza estaba a punto de agredirla sexualmente, entonces suplicó que no lo hiciera que ella iba a decir que había estado en la pintada. El hombre se puso la ropa.
Estando en la Federal, escuchó un hombre que pedía que no le pegaran, se acercó y vio a Eduardo López Salgado. “Lo abracé y pedí que no le pegaran, me sacaron de la habitación” narró.
En esa dependencia policial, le tomaron declaración y la obligaron a firmar un escrito que no pudo leer. Al día siguiente vió a su amiga Pichona Cabana, quien le preguntó qué le había pasad. También su amiga le dijo que había tenido que contar todo “mi familia está en el poder”, le había confesado.
“Ella sabía todo, me dijo que el que me detuvo fue Jaig, que quien me había pegado era Rioja y el que me tomó declaración era Torena”.
Estuvo detenida en la Federal alrededor de una semana, hasta que se le pasaran los rastros de los golpes. Allí vió al “Gaucho” Martín “con una valija con dos cables que tenían unas puntas rojas y negras”, lo que interpretó más adelante habría sido un equipo para picanear gente.
De la Federal fue llevada al Juzgado Federal a declarar y tras esto quedó detenida en el Buen Pastor. Estando allí se le hinchaba el vientre, pensó que estaba embarazada y creía que esa noche que había sido golpeada y perdió prácticamente la conciencia, había sido violada. Más tarde comprobó que no se trataba de un embarazo.
Estuvo detenida en el Hogar Buen Pastor, alrededor de un año y en 1975 fue trasladada al penal de Gorriti. Las condiciones de detención eran ostensiblemente mejor en el Buen pastor, donde las presas recibían un dinero mensual por fajinas.
Allí la testigo compartió cautiverio con Dora de Weisz que cursaba un embarazo, narró la solidaridad de las presas para juntarle alimentos nutritivos. Las visitaba Marina Vilte, “era muy solidaria con nosotras, nos llevaba quesos, dulces, fiambres, leche que distribuíamos entre todas”.
En 1975, ya trasladada a la penitenciaría de Gorriti, sufrieron un régimen duro de detención. Al principio, relató, estaba alojadas en celdas individuales, con ventanas tapadas, sin luz. Recordó a celadoras humanitarias, Claure y Temer, que les permitían salir por momentos de esa condición.
El día del Golpe, el 24 de marzo de 1976, recordó, se produjo el ingreso al Penal de Marina Vilte, de gente de Ledesma y Calilegua.
Lópes señaló que Jones Tamayo –ya veces el Capitán Page- la sacaba de su celda para conversar, le preguntaba qué estudiaba, quienes eran sus amigas, qué hacían, que película veía, qué libros leía y sobre su militancia.
Durante su testimonio López recordó un episodio. Era junio o julio del 76, cuando vio a Dominga Alvarez de Scurta, Alicia del Valle Ranzoni y Juana Torres. Ranzoni se encontraba muy deteriorada porque había sido picaneada en sus genitales y estaba llena de moretones. Juana Torres recordó estaba muy preocupada por su hermanito de 14 años que estaba preso por subversivo.
Las tres –Scurta, Ranzoni y Torres- fueron sacadas del Pabellón esa misma noche. López miró por la hendija de la puerta y observó a Singh, Jaig, Gutiérrez, Díaz y otros efectivos más.
Vió pasar delante de su celda primero a Scurta que la miró y le guiñó el ojo, después pasó Torres y Ranzoni que gritaba “no por Dios, no”. Después de esto, “me quedé muy mal” recordó López .
El 5 de octubre se produjo un traslado de presas a Buenos Aires. Varias de ellas fueron llevadas a Villa Devoto. En Gorriti, quedaron Soledad López, Hilda Figueroa, Mabel Jaramillo y Olga Demitrópulos.
Después de esto recrudeció el trato hostil, que había cedido. De nuevo les taparon las ventanas, las celadoras no las hablaban. Pasado un tiempo, tuvo un encuentro con el Obispo Medina que le dijo “tu fe te ha salvado porque rezás”.
A fines del 76 o principios del 77, la volvieron a llevar a la Federal, esa vez estaban López y Braga o Fraga. La interrogaron acerca de gente de Tucumán. Uno de ellos le dijo “voy a jugarme por vos, te voy a dar la libertad. No sé si sos un Jesús en la tierra o sos una hija de puta que un día me va a matar”. Después de este episodio fue puesta en libertad. La testigo nunca pudo recordar el día, pero estimó que debía ser cerca de febrero del 77.
Soledad López intentó reinsertarse socialmente, pero no conseguía trabajo, o a poco de ingresar a alguno era despedida. Un joyero le confesó que el problema era que la Policía les advertía que no era conveniente que le dieran trabajo a ella porque había sido guerrillera. Entonces buscó entrevistarse con Ricardo Ortiz, a quien visitó en una oficina del RIM 20. “Por qué no me mataron, para que me liberaron si ahora no me dejan vivir”, le espetó. Ortiz entonces la llevó a un encuentro con el Capitñan Arenas y le dieron un certificado que consignaba su libertad por falta de mérito.
Al poco tiempo consiguió un empleo estatal, estabilizó su vida y quedó embarazada. Su felicidad se interrumpió al poco tiempo cuando en 1980 un Secretario judicial le advirtió: “te tenés que ir del país urgentemente, porque van a pedir tu captura. Hay un expediente comprometedor”.
Se le vino “el mundo abajo”. Después de reunir algunos recursos, salió a Bolivia para salvar al hijo que llevaba en su vientre. La acogió una familia de Bolivia, cuyos integrantes eran del PC. Resolvió regresar a Jujuy cuando una amiga le dijo que la situación había mejorado. Llegó en Año Nuevo y a principios de enero quedó nuevamente detenida. Se había presentado en la Seccional Tercera donde estaba el Comisario Aldapi, quien la interrogó sobre donde había estado. “Y ese hijo de quién es? Es de un guerrillero?” le dijo Aldapi y enfatizó: “vos te escapaste una vez, pero esta vez sos boleta, a menos que me digas dónde estuviste”. López insistió en que no había hecho nada y comenzó nuevamente a sentir el mismo miedo de la primera vez que había sido detenida. “Le pedí compasión porque estaba embarazada”. Estuvo allí detenida unos días, posteriormente la llevaron a la Central de Policía donde funcionaba un CCD, supo más tarde. Dos días después fue llevada al Juzgado a cargo de Magnus Topp quien la interrogó sobre si había ido a Barrio Belgrano a visitar a una persona y si había llevado panfletos. Le respondió que no, porque en esa fecha estaba detenida en el Penal.
López fue finalmente liberada y a los pocos días perdió su embarazo. “Había perdido todo otra vez, después de tanto sacrificio que había hecho. Es algo que nunca voy a poder superar”, dijo.
Decidió volver a militar, si igual hiciera lo que hiciera iba a ser perseguida. Fue rechazada en el PJ, entonces se unió al Humanismo y después al MAS. Más adelante se incorporó al SEOM y empezó a trabajar en organizaciones barriales y centros vecinales.
“Descreía del peronismo, yo decía que con esa gente no iban a llegar a ningún lado. Fue una alegría inmensa cuando llegó Néstor Kirchner, cuando bajó el cuadro de Videla. Ahora estoy orgullosa de ser peronista” afirmó.
López, también se refirió a la revictimización que provocó la impunidad. Tuvo que cruzarse durante las últimas décadas con victimarios como el Gaucho Martín, Aldapi o Cossio.
La testigo habló de las actuales persecuciones en su trabajo actual, y señaló que allí revisten tres efectivos que combatieron en Tucumán y que reclaman su lugar de víctimas e indemnizaciones. López consideró que es justo, pero afirmó, para eso tienen que “hablar, que denunciar y que contarle a la justicia todo”.
Al término de su declaración, López se dirigió a los jueces y les dijo “confío en ustedes, tengo fe en que se va a hacer justicia. Ellos, los represores han tenido un juicio justo, con defensores y todas las garantías, no como nosotros. Por eso reclamo lo que corresponde”. López durante su conmovedor testimonio, agradeció a la actual Presidenta y al kirchnerismo por su aporte al proceso de derechos humanos.
LUIS SANABRIA: “LOS COMPAÑEROS DECÍAN QUE NO VOLVERÍA”
Luis Sanabria fue fue el último testigo de la vigésimo audiencia del juicio. Al momento de su detención, Sanabria se encontraba con su hermano y un amigo en la Sociedad Española de San Pedro. Dos policías de la Brigada de Investigaciones les comunicaron entonces que estaban detenidos, pero les permitiéndoles avisar a sus familiares, antes del arresto.
Narró que fueron llevados a la Comisaria de La Esperanza aproximadamente a las 21.00 y de allí en una camioneta del Ejercito “por un camino que era picada, monte” fueron conducidos hasta la Comisaría del Barrio San Martin en Jujuy, donde quedan alojados junto a presos comunes.
Sus padres alertados, se habían comunicado con el abogado Kamal Zamar pero desconocían el paradero. Pudieron conocerlo por un favor de un preso común que había estado detenido por ebriedad y a quien “le anotamos en el zapato el teléfono del abogado y le pedimos que avisara sobre la detención”.
El testigo fue trasladado esposado a la Central de Policía donde fue alojado en una celda al fondo junto a otros detenidos que estaban atados con alambres, en medio de charcos de agua. Allí reconoció a Lazarte.
Al día siguiente Sanabria es regresado al Penal de Gorriti donde permaneció alrededor de 18 meses, mientras su hermano estuvo detenido seis meses.
Recuerda que se producían los “verdugueos propios: revolver la celda, tirar las cosas” hasta que a mediados de junio lo llevaron a una oficina, con hojas de diarios tiradas en el piso, música muy fuerte, que estaba ubicada en el sector del pabellón de las mujeres para “hacerle un interrogatorio, me picanean querían que les de nombres. Estaban Aguaysol, Arjona, Zarate, Vargas y Bulgheroni que puso el arma remontada y me dijo que de ahí no me iba a ir más. Después me tiraron en otra celda, en medio de otras vacías, por lo que no podía recibir respuesta a los golpes en las paredes que era la forma en que nos comunicábamos. Los compañeros decían que yo no volvía hasta que me llevaron al baño y pude encontrarme con algunos”.
“LA HIERBA DE LOS CAMINOS LA PISAN LOS CAMINANTES”
Recordó Luis Sanabria que en julio del ’79 se encontraba en el patio del Penal cuando, Zarate – un secretario de Bulgheroni- le dijo “te vas mañana, cuando salgás corré”. Efectivamente al día siguiente lo llevaron en una camioneta blanca junto a Patricio Vidal Lazarte, Rosa Santos Mamani y Santos Vega al RIM 20 para retirar los documentos.
“Nos llevaba un chofer uniformado y un oficial con arma que empezó a silbar una canción prohibida. Mamaní (Rosa Santos) se da vuelta para escuchar y entonces uno de los efectivos le dijo “vos de acá no te vas” y lo bajó, ya en el patio del Regimiento 20. Mamaní es uno de los detenidos desaparecidos de Tumbaya, cuyo final se investiga en este juicio.
La canción a la que refería Sanabria y que silbaba el oficial era “La hierba de los caminos” o “Que la tortilla se vuelva” símbolo de la Resistencia española.
María Inés Zigarán y Silvia Martínez, para el
EQUIPO DE COMUNICACIÓN DE APOYO A LOS JUICIOS EN JUJUY
19va. JORNADA
IMPORTANTE APORTE DE DATOS EN LOS TESTIMONIOS
Cinco testimonios se escucharon en esta jornada del 21 de septiembre. Una de las victimas testigo también denunció la ausencia de Derechos Humanos en el accionar actual de la Policía de San Pedro. Se dispuso el envío de esa declaración a las instancias superiores de las Justicias Provincial y Nacional y la Secretaria de DDHH de la Provincia se hizo presente a fin de solicitar también su remisión al Ministro de Gobierno.
Otro punto a destacar es que le fue denegada nuevamente a la Defensa del imputado Orlando Vargas la solicitud de cárcel domiciliaria para su defendido y sera el Cuerpo Medico Forense quien le realice una evaluación médica.
Mañana el primer testimonio será el de Rafael Mariano Braga cuyo defensor hizo conocer la voluntad de ampliar la declaratoria.
18va. JORNADA
16va. JORNADA
AUDIENCIA Nº 16: Declararon dos testigos de la Causa Galeán y el Tribunal en pleno rechazó que el imputado Braga vuelva a prisión domiciliaria debiendo permanecer detenido en la Unidad 8
En el último tramo de la audiencia que se llevó a cabo este 31 de agosto de 2012 en el marco de los juicios por delitos de lesa humanidad el Tribunal rechazó el pedido de revocación de la detención en la Unidad Penal Nº 8 y volver a la condición de prisión domiciliaria realizado por la defensa del imputado Rafael Mariano Braga.
El defensor, Ricardo Vitellini, expuso numerosa legislación con la que trató de comprobar que su defendido, al estar muy enfermo, debía gozar de la detención domiciliaria, expresó: “este tribunal fue presionado por el fervor de los asistentes a la audiencia”, agregó que el tribunal había sido arbitrario y severo con su defendido y que lo ocurrido en la audiencia pasada con la víctima testigo Adriana Aredes se produjo confusamente ya que en realidad era un diálogo entre él y su cliente pero que por la corta distancia entre los asistentes y los escritorios de la defensa a él le resulta imposible.
El Tribunal rechazó el pedido de forma unánime ya que el informe médico sobre el imputado Braga muestra que padece de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) pero que el detenido no deja de fumar a pesar de la insistencia de los médicos para que no lo haga, por otra parte, en general, el informe dice que el estado de salud de Braga es estable y con buena entrada de aire a pesar de su EPOC.
Para la audiencia de hoy estaba programada la declaración de tres víctimas testigo pero solo dos lo hicieron ya que uno de ellos se abstuvo de declarar pero su testimonio sería incluido por lectura
JUAN MECCHIA:“Nos movilizó un mundo nuevo, mejor y más justo”
Juan Bosco Mecchia estuvo ligado en los 70 a la línea progresista de la Iglesia. Oriundo de Córdoba había venido a vivir a Jujuy para compartir con los hermanos de La Salle la opción por los pobres. A mediados de noviembre de 1976 fue detenido en el barrio Azopardo de esta Capital, en cercanías de su casa. Fue interceptado por un policía armado del Departamento de Investigaciones vestido de civil que descendió de un ford falcon azul grisáceo. “Me increpó sobre por qué estaba metido en cuestiones turbias, como la distribución de la revista “El Descamisado”, relató el testigo que fue convocado por la Fiscalía.
Mecchia fue llevado a la Central de Policía y 15 días después alojado en Villa Gorriti hasta marzo de 1978 cuando pudo salir exiliado a Venezuela.
“No he sido un idiota útil de nadie, he sido una persona comprometida con mi fe, que siguió las enseñanzas de Jesús” expresó y parafraseó el Evangelio de Mateo “porque tuve hambre y me diste de comer, tuve se y me diste de beber”.
“Queríamos hacer justicia por el pobre, el desprotegido, por los obreros masacrados, por los indígenas diezmados por los españoles y por Roca. Por todos ellos, buscábamos un mundo mejor”. Mecchia reivindicó así su opción política, la misma que hace 36 años le costó la cárcel y el exilio.
“Nos movilizó un mundo nuevo, mejor, más justo” agregó y reconoció que sabía que esa opción en aquel tiempo suponía riesgos.
Pero además el testigo, se dirigió al Tribunal y dijo sobre el final “He venido acá para que nunca más”, subrayó, pero también “he venido para que opresor y el rico ya no se dediquen a masacrar al pobre, y para que haya una patria más libre, más justa y más soberana”.
EN LA CENTRAL DE POLICIA TRES DESTINOS POSIBLES
Durante la primera parte de su cautiverio, Mecchia estuvo alojado en la Central de Policía junto a detenidos de Tumbaya, los hermanos de San pedro de Jujuy Luis y Rubén Sanabria, Patricio Vidal Lazarte y un profesor peruano que se encontraba de turismo por la Quebrada de Humahuaca.
Allí fue interrogado por el Comisario Vilte sobre sus actividades y sus detenciones anteriores como la del 4 de julio 1974 cuando fue arrestado por participar de “una pintada reclamando la liberación de los compañeros Fioriti y Moya”. Al término del interrogatorio fue obligado a firmar una declaración. “No pude leerla, estábamos en una situación de enorme indefensión, detenidos sin derechos, sin poder comunicarnos con nuestra gente” relató. Contó el testigo que el Hno. Jorge Grass y sus vecinos consultaron por él en el Regimiento 20 y al Obispo Miguel Medina. Nadie supo darles explicaciones.
En la Central de Policía pudo ver “gente muy maltratada, torturada por el Comisario Jaig” a quien conocía porque en dos oportunidades anteriores había sido detenido y llevado ante él.
Relató Mecchia que los efectivos de infantería que vigilaban a los detenidos, les decían que tenían tres opciones: salir de la Policía por calle Belgrano, lo que representaba la libertad y el regreso al hogar. La otra opción era salir a la cárcel, que era una situación legalmente más clara, y la tercera era salir a la Policía Federal o al Regimiento 20, lo cual representaba un “futuro incierto”. Es decir –interpretó más adelante- “eso significaba que nos podían torturar o nos podían matar”.
EN EL PENAL DE GORRITI
El 16 de noviembre de 1976, Mecchia es trasladado a la cárcel de Gorriti, donde permaneció detenido a disposición del PEN hasta marzo de 1978. Estuvo alojado en el Pabellón 3, junto a Jorge Weisz, Carlos Patrignani, Reynaldo Aragón (detenidos desaparecidos), y otros presos como Renato Colautti, Díaz, Alvarez, Ricardo Ovando, López, Valenzuela, Carlos Tilca y Julio Moisés. Recordó que poco después ingresaron al penal Andrés Fidalgo, Armando Tilca Barreix, Narciso Santiesteban un joven policía de San Pedro de Jujuy,Juan Robles, Blanco y Vega.
El testigo señaló que a pocos días de haber llegado a Gorriti, vió que retiraban a Américo Macrobio Vilca, de Tumbaya, con quien había compartido cautiverio en la Central de Policía. Desde entonces, “nunca más supimos de él”. Vilte es uno de los desaparecidos del grupo Tumbaya.
Durante su cautiverio en Gorriti, Mecchia fue interrogado dos veces por el Tte. José Eduardo Bulgheroni. “Me dijo que él me tenía hambre” recordó. En el segundo interrogatorio., Mecchia preguntó al militar cuándo sería liberado. “Me contestó que teníamos para largo, entonces yo pedí salir del país”. Poco tiempo después sería visitado por personas que gestionarían su exilio en Venezuela.
Recordó también a otras víctimas del grupo Tumbaya, que fueron vistas por última vez el 15 de diciembre de 1976. Ese día, en la madrugada, los guardiacárceles los despiertan en forma intempestiva y les dicen que se apuren porque iban a ser trasladado. Mecchia se dirigió al baño y allí se encontró con Elías Toconás, otro joven de Tumbaya (desaparecido) que se estaba afeitando. “Entonces, entró un guardiacárcel y le dijo a Toconás:“vamos, vamos, no hace falta afeitarse para lo que les van a hacer”.
En el grupo de presos que estaban siendo trasladados, pudo reconocer a los jóvenes de Tumbaya, Elías Toconás, Paulino y Crescente Galeán, Rosa Santos Mamaní y Rosalino Ríos, todos actualmente detenidos desaparecidos. Según el testigo, “fueron desviados, llevados para otro lado No supimos más nada de ellos”.
Mecchia señaló que “los chicos de Tumbaya estaban desorientados, angustiados, porque estaban acusados de cosas que desconocían” y señaló que la presencia de Bulgheroni y Braga los atemorizaba.
El testigo señaló que los chicos de Tumbaya –la mayoría de ellos afiliados al Partido Comunista- comentaban que cuando detuvieron a Elías Toconás, le encontraron una escopeta. “A partir de entonces, comenzó la persecución a la gente del PC, los fueron agarrando y acusando de guerrilleros”.
Recordó Mecchia a estos jóvenes como “tímidos, tenían una enorme desazón por estar enredados y se sentían avergonzados por estar en la policía”.
Esa noche del 15 de diciembre de 1976, Mecchia,Ricardo Ovando, Blanco, Vega, Luis y Rubén Sanabria, Patricio Vidal Lazarte y Santiago Abán, fueron introducidos en las celdas del celular. En ese contexto, los presos relataron que habían visto a Jaig, Bulgheroni y Braga. El automóvil recorrió un tramo y se detuvo: Varias horas después uno de los presos solicitó un baño y entonces les permitieron descender. Estaban en el Aeropuerto El Cadillal rodeados de militares armados. Poco, después fueron subidos nuevamente al celular y en la noche regresados a la cárcel de Gorriti.
El 16 de diciembre se repitió un operativo similar. Para la Navidad de ese año –relató Mecchia- ya no estaban en la cárcel Jorge Weisz, Carlos Patrignani y pocos días más tarde también desaparecería Reynaldo Aragón.
OTROS RECUERDOS
Mecchia conocía que Antonio Orlando Vargas – imputado en las causas Bazán y Aredez- era el encargado de la cárcel, porque los presos así lo señalaban.
Recordó un episodio en la cárcel: a mediados del 77, cuando estaba en su camastro de la celda. “Se abrió la puerta, me incorporé y ví en la puerta a 2 o 3 militares”. Posteriormente, por comentarios de otros presos, supo que entre ellos estaba Braga.
Vio también en el Pabellón 3 de la cárcel de Gorriti a Horacio “El Negro” Vale. “Una vez volvió golpeado, lo habían picaneado dijo y mencionó como responsable de eso a un agente penitenciario de apellido Zárate” relató Mecchia. También vio a otros presos torturados como Renato Colautti y destacó que uno de los lugares de castigo era el famoso “chancho”, al que todos temían, porque era un lugar de tormentos.
Mecchia pudo ver también a Armando Tilca Barreix (detenido desaparecido). Recordó que “él se consideraba un hombre muerto” dijo y detalló que cuando Tilca es retirado de su celda, al pasar por la de Mecchia se despidió diciéndole: “Chau Juan, me sacan”.
Narró el testigo la sensación de indefensión y de incertidumbre permanente que vivían los presos. “No sabíamos cuando, ni a qué hora nos llevaban. Cualquier ruido nos daba miedo, porque no sabíamos a donde nos iban a llevar, ni que nos depararía después”.
Entre el personal carcelario que más hostigaba a los presos mencionó a Lacsi, Zárate, Aguaysol y Gutiérrez, quienes les decían a los detenidos que estaban a cargo del Ejército, lo cual reforzaba el temor a Bulgheroni y Braga.
Al ser consultado sobre Weisz y Patrignani recordó que los vió “íntegros” y detalló una conversación con Weisz a propósito del nacimiento de su hija. “Se llama Libertad” le contó.
Además, Mecchia señaló que en la celda contigua a la suya se encontraba Nrciso Santiesteban, una de las víctimas, de la causa Aragón, detenida desaparecida. Santiesteban prestaba servicios en la policía de San Pedro. “Era muy tímido y callado, estaba compungido” recordó Mecchia quien destacó que Santiesteban se había identificado como policía, lo cual generaba algún recelo en el resto de los presos. “Sabíamos también que había pertenecido a la JP de San Pedro. Pero el no se quería mezclar con nosotros para que se le aliviane la situación” manifestó el testigo.
“ESTÁBAMOS PRIVADOS DE TODO”
El segundo y último testigo de la audiencia fue Pablo Roberto Lacsi uien describió su situación de detención desde la localidad de Tumbaya pasando por Volcán, luego Humahuaca, la central de policía y el penal de Gorriti de San Salvador de Jujuy donde en cada lugar permaneció por el lapso de 15 días recordaba el testigo.
“En Volcán me pegaron, en Humahuaca me torturaron, estábamos vendados y esposados, conmigo estuvieron Ríos, Mamaní, Flores, Ávalos. En la central también nos torturaron, el Comisario Jaig nos tiraba al piso y nos preguntaba en qué andábamos, estábamos privados de todo, no podíamos hablar, hacíamos el recreo en el polideportivo del penal pero separados de uno en uno”.
Luego relató que personal de la Policía provincial, Servicio Penitenciario y Ejército lo llevaron al aeropuerto en un móvil del servicio penitenciario y que allí vió a Remigio Guerra y José Aban.
La próxima audiencia será el 13 de septiembre.